lunes, 23 de junio de 2014

El crimen de Cuenca








Título original: El crimen de Cuenca.
Año: 1979
Duración: 92 Minutos.
País: España.
Directora: Pilar Miró.
Guión: Salvador Maldonado & Pilar Miró (Idea: Juan Antonio Porto).
Música: Antón García Abril.
Reparto: Amparo Soler Leal, Héctor Alterio, Fernando Rey, Daniel Dicenta, José Manuel Cervino, Mary Carrillo, Assumpta Serna, Nicolás Dueñas.
Premios:
1980: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes.








En 1910, en el pueblo de Osa de la Vega, provincia de Cuenca, desaparece el pastor José María Grimaldos (Guillermo Montesinos). La mujer de éste, Juana (Mary Carrillo), denuncia su desaparición y culpa a sus compañeros, Gregorio Valero (Daniel Dicenta) y León Sánchez (José Manuel Cervino) de haberlo asesinado para robarle el dinero que había cobrado por vender unas ovejas. Al principio su acusaciones se pierden en el aire, pero más adelante serán juzgados por ese supuesto asesinato y sometidos a torturas.







La película “El crimen de Cuenca” está basada en un hecho real del cual se ha escrito mucho. Esta película refleja con gran detalle la España rural de principios del siglo XX. A diferencia de aquel esperpento de Los hombres detrás del Sol, en esta sí que se ve claramente lo que se quiere denunciar; la crueldad y la idiotez de las autoridades “competentes” de principios del siglo XX, aunque podría aplicarse a cualquier época de España antes de la muerte de Franco.








Los actores interpretan sus papeles a la perfección, conforme avanza la película, te vas metiendo cada vez más en la piel de los Gregorio y de León, tanto que al final deseas que los miembros de la guardia civil mueran. En cuanto al resto, ejercen muy bien sus papeles, Mary Carillo hace el papel de mujer histérica que todos odian y que no para de repetir lo mismo una y otra vez.






Las escenas de las torturas están bien hechas y en ellas se capta el sufrimiento de los acusados. Se ve perfectamente la impotencia de los acusados al sufrir las tortura, se preguntan cosas que ellos no saben, llegando a un punto de inventarse las repuesta para cesar las torturas. Poneos en la piel y veréis que significa realmente el verse en una situación en la que todo el mundo cree saber lo que uno no sabe. Especial a la escena en la que uno de los acusados, sediento, intenta mamar la leche de su mujer que le visita, es increíble y muy interesante ver hasta dónde llega la desesperación del ser humano.





En cuanto a la historia, José María Grimaldos, alias El Cepa, es un hombre simple y corto que, un día, decide abandonar el pueblo. Vende sus ovejas y parte a tomar un baño en La Celadilla, un lago en el que, según la tradición popular, sus aguas poseen propiedades curativas. En ese momento, Juana, su madre, denuncia su desaparición y culpa a sus compañeros de haberlo asesinado para robarle. La primera vez que lo hace en 1911 (tras varias semanas de la desaparición de éste), el caso es sobreseído en septiembre. En 1913, un nuevo juez aparece y, instigado a reabrir el caso por el diputado de derechas Contreras, detiene a ambos. La guardia civil los detiene inmediatamente y los torturan para intentar que digan que lo asesinaron y donde ocultaron su cuerpo. Después de cuatro años y medio, se celebra el juicio, su abogado les obliga a confesar el asesinato pese a no haberlo cometido, pues sólo así evitarán la pena de muerte, el garrote vil. Ambos son condenados a dieciocho años de cárcel, pero sólo cumplen doce años y dos meses. Después de ocho meses, el cura de Trejuncos recibe una nota de Grimaldos pidiendo un bautismo para su hijo. El cura lo toma como una broma pero, al ver Grimaldos que no le llegaba ninguna nota del cura, decidió regresar al pueblo. Ante estos hechos y tras una ardua inspección de que era él y no un impostor, el Juez revoca lo dictado casi trece años atrás y, tras pedir perdón a Gregorio y León, decide indemnizarlos.



Por desgracia, la historia no tiene finales felices. Los torturadores, aunque fueron “castigados”, jamás pagaron por ello y se siguió haciendo durante más de cincuenta años, pues la tortura era el método más eficaz para que el acusado confesara incluso cosas que no había llegado a hacer. Este hecho no fue aislado y no podemos contar estas injusticias con los dedos de la mano, estas atrocidades se llevaron a cabo numerosas veces, unas conocidas y otras que se han perdido en el tiempo.




Obviamente recomiendo la película, pero a veces es algo, digamos repugnante en el peor sentido de la palabra, las torturas no son abominables y todos pueden imaginarse cuales van a ser, pero siguen siendo torturas y el hecho de que esté basada en hechos reales y que además no sean culpables, sólo empeora la situación.
Es una buena película, perfecta para los intrigados en la España del siglo XX y que refleja la sociedad rural, ya sea española o de cualquier otro país, todos han padecido esto, sean ingleses o alemanes, la idea de justicia es algo tan abstracto que es muy difícil encontrar las palabras para definirla. Antes de abandonaros quiero decir que la película fue censurada y hasta el agosto de 1981 no se estrenó, siendo la única película prohibida durante la democracia española.


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