martes, 9 de octubre de 2018

Sicario: el día del soldado - 'Alejandro Gillick ha vuelto'








Titulo original: Sicario: Day of the Soldado
Año: 2018
Duración: 122 minutos
País: Estados Unidos
Director: Stefano Sollima
Guion: Taylor Sheridan
Música: Hildur Guönadóttir
Reparto: Benicio del Toro, Josh Brolin, Matthew Modine, Catherine Keener, Isabela Moner, Jeffrey Donovan, Elijah Rodriguez, Christopher Heyerdahl, Manuel Garcia-Rulfo, Bruno Bichir








La guerra contra los cárteles de la droga se ha intensificado en la frontera entre EE.UU. y México a medida que éstos se han metido en el negocio de tráfico de personas, introduciendo en suelo americano a terroristas islámicos. Para hacer frente a esta nueva guerra sucia, el agente federal Matt Graver (Josh Brolin) planea una idea para que los carteles se enfrenten entre ellos. Para ello volverá a reclutar para la peligrosa misión al volátil mercenario Alejandro Gillick (Benicio del Toro)... 

Hace unos tres años, Denis Villenueve lo volvió a hacer: después de regalarnos cintas como ‘Prisioneros’ (que me encantó, dicho sea de paso) y ‘Enemy’ (que me resultó un tanto desconcertante, y de la cual sigo sin entender del todo su final), volvió a la palestra con ‘Sicario’, una película sobre narcotraficantes y mercenarios, que sorprendió a casi todo el mundo, y, para mí, se convirtió en una de las mejores películas de 2015. Estaba claro que, después de la buena acogida, y de la taquilla, una segunda parte era mas que evidente, y muy necesaria para algunos (como, por ejemplo, para mi).

En esta segunda aventura, Villaenueve se baja del carro y deja el asiento del director a Stefano Sollima, un hombre al que no le pilla por sorpresa todo este mundo de narcos, droga y violencia, ya que es el responsable de películas como ‘Suburra’ o series como ‘Gomorra’ y ‘Roma criminal’, ósea que no ha sido una mala elección. Es cierto que el tono de la película es prácticamente el mismo, y que Sollima ha sabido captar a la perfección ese toque Villeneuve, pero se nota la ausencia del director. ¿Es esto mala señal? Pues la verdad es que no demasiado, porque esta ausencia se suple a la perfección con el toque personal del director italiano, que no es nada desdeñable.


Tengo que decir que, al igual que ya me paso con su predecesora, me ha gustado mucho, y es que el tono que tiene la cinta ayuda a ello. En esta ocasión se centra más en el trafico de personas, más que en la droga en sí, y mostrando que los narcos no solo trafican con esto, si no con todo lo que se les cruza por el camino; no sé si es peor lo de la droga o lo del tráfico de personas, porque al fin y al cabo la droga es algo que tu eliges consumir o no, pero el tráfico de personas es algo mucho más serio: son seres humanos, gente que busca algo mejor en su vida y se juega la vida (y el dinero) para poder vivir mejor, sobre todo si se trata del sueño americano. Es un tema candente, y está bien que lo traten en la película, y, sobre todo, de manera tan real. Lo que quizás no me haya convencido del todo es el meter a los terroristas islámicos en la ocasión, para dar visibilidad a este problema en la película, pero no le veo la relación, aunque ellos se la quieran inventar por todos los medios.

Hay una cosa que me sorprendió, y mucho, en la primera cinta, y fue su BSO. Jóhann Jóhannsson logro crear una música perfecta para la película, que acompañaba de manera única a la trama y la dotaba de una vida única, convirtiéndola en lo mejor de la película, sin ninguna duda. Lamentablemente el compositor falleció, y el peso de esta nueva cinta recaía en Hildur Guönadóttir. No lo hace nada mal, seamos sinceros, y algunas de las melodías que veíamos en la primera están aquí, pero no es igual de impactante que la de Jóhannsson, no se queda tan grabada en tu cabeza, y, en ocasiones, se diluye demasiado y no llega a ser evidente para con la trama. Aun así, es un trabajo más que aceptable. Puede que para algunos esto no signifique apenas nada, pero para mi la música en una película es clave, y es la que, en ocasiones, hace que recuerde escenas concretas o momentos importantes. La música lo es todo, siempre.


Para esta secuela, como no podía ser de otra manera, vuelve el protagonista indiscutible de la primera, Benicio del Toro. Su personaje vuelve a sorprender, ya no tanto por la frialdad de su carácter, si no por la calidad de sus convicciones, del hacer lo correcto (o al menos lo que él considera correcto) y, más que nada, por el propio Benicio del Toro, que para mi esta perfecto en la que es, sin lugar a duda, una de sus mejores interpretaciones: contenido, si, pero increíble; no hace falta hablar, su mirada lo dice todo. Y luego tenemos a Josh Brolin, que es un placer siempre verle en pantalla. En esta ocasión su personaje tiene mucho mas protagonismo, al menos sabemos mas de su personalidad y de las razones de su comportamiento. El personaje femenino aquí recae sobre Isabela Moner, aunque no llega a ser tan importante como lo fue el de Emily Blunt.

Una buena secuela, que lejos de ser tan buena como su predecesora, no deja de sorprender, siendo igual de violenta y frenética, te mantiene pegado a la pantalla durante las dos horas de metraje, y es una de esas cintas que te dejará con un buen sabor de boca (dentro de lo que cabe, porque no es que sea una película bonita; es dura, y lo demuestra cada vez que puede). Me ha gustado, y la recomiendo.


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