Titulo original: Sicario: Day of the Soldado
Año: 2018
Duración: 122 minutos
País: Estados Unidos
Director: Stefano Sollima
Guion: Taylor Sheridan
Música: Hildur Guönadóttir
Reparto: Benicio del Toro, Josh Brolin, Matthew Modine, Catherine Keener, Isabela Moner, Jeffrey Donovan, Elijah Rodriguez, Christopher Heyerdahl, Manuel Garcia-Rulfo, Bruno Bichir
La guerra contra los cárteles de la droga se ha intensificado en la
frontera entre EE.UU. y México a medida que éstos se han metido en el
negocio de tráfico de personas, introduciendo en suelo americano a
terroristas islámicos. Para hacer frente a esta nueva guerra sucia, el
agente federal Matt Graver (Josh Brolin) planea una idea para que los
carteles se enfrenten entre ellos. Para ello volverá a reclutar para la
peligrosa misión al volátil mercenario Alejandro Gillick (Benicio del
Toro)...
Hace unos tres años, Denis Villenueve lo volvió a hacer:
después de regalarnos cintas como ‘Prisioneros’ (que me encantó, dicho sea de
paso) y ‘Enemy’ (que me resultó un tanto desconcertante, y de la cual sigo sin
entender del todo su final), volvió a la palestra con ‘Sicario’, una película sobre
narcotraficantes y mercenarios, que sorprendió a casi todo el mundo, y, para mí,
se convirtió en una de las mejores películas de 2015. Estaba claro que, después
de la buena acogida, y de la taquilla, una segunda parte era mas que evidente,
y muy necesaria para algunos (como, por ejemplo, para mi).
En esta segunda aventura, Villaenueve se baja del carro y
deja el asiento del director a Stefano Sollima, un hombre al que no le pilla
por sorpresa todo este mundo de narcos, droga y violencia, ya que es el
responsable de películas como ‘Suburra’ o series como ‘Gomorra’ y ‘Roma
criminal’, ósea que no ha sido una mala elección. Es cierto que el tono de la película
es prácticamente el mismo, y que Sollima ha sabido captar a la perfección ese toque
Villeneuve, pero se nota la ausencia del director. ¿Es esto mala señal? Pues la
verdad es que no demasiado, porque esta ausencia se suple a la perfección con
el toque personal del director italiano, que no es nada desdeñable.
Tengo que decir que, al igual que ya me paso con su
predecesora, me ha gustado mucho, y es que el tono que tiene la cinta ayuda a
ello. En esta ocasión se centra más en el trafico de personas, más que en la droga
en sí, y mostrando que los narcos no solo trafican con esto, si no con todo lo
que se les cruza por el camino; no sé si es peor lo de la droga o lo del
tráfico de personas, porque al fin y al cabo la droga es algo que tu eliges
consumir o no, pero el tráfico de personas es algo mucho más serio: son seres
humanos, gente que busca algo mejor en su vida y se juega la vida (y el dinero)
para poder vivir mejor, sobre todo si se trata del sueño americano. Es un tema
candente, y está bien que lo traten en la película, y, sobre todo, de manera tan
real. Lo que quizás no me haya convencido del todo es el meter a los
terroristas islámicos en la ocasión, para dar visibilidad a este problema en la
película, pero no le veo la relación, aunque ellos se la quieran inventar por todos
los medios.
Hay una cosa que me sorprendió, y mucho, en la primera
cinta, y fue su BSO. Jóhann Jóhannsson logro crear una música perfecta para la película,
que acompañaba de manera única a la trama y la dotaba de una vida única, convirtiéndola
en lo mejor de la película, sin ninguna duda. Lamentablemente el compositor
falleció, y el peso de esta nueva cinta recaía en Hildur Guönadóttir. No lo
hace nada mal, seamos sinceros, y algunas de las melodías que veíamos en la
primera están aquí, pero no es igual de impactante que la de Jóhannsson, no se
queda tan grabada en tu cabeza, y, en ocasiones, se diluye demasiado y no llega
a ser evidente para con la trama. Aun así, es un trabajo más que aceptable. Puede
que para algunos esto no signifique apenas nada, pero para mi la música en una película
es clave, y es la que, en ocasiones, hace que recuerde escenas concretas o
momentos importantes. La música lo es todo, siempre.
Para esta secuela, como no podía ser de otra manera,
vuelve el protagonista indiscutible de la primera, Benicio del Toro. Su personaje
vuelve a sorprender, ya no tanto por la frialdad de su carácter, si no por la
calidad de sus convicciones, del hacer lo correcto (o al menos lo que él
considera correcto) y, más que nada, por el propio Benicio del Toro, que para
mi esta perfecto en la que es, sin lugar a duda, una de sus mejores
interpretaciones: contenido, si, pero increíble; no hace falta hablar, su
mirada lo dice todo. Y luego tenemos a Josh Brolin, que es un placer siempre verle
en pantalla. En esta ocasión su personaje tiene mucho mas protagonismo, al
menos sabemos mas de su personalidad y de las razones de su comportamiento. El personaje
femenino aquí recae sobre Isabela Moner, aunque no llega a ser tan importante
como lo fue el de Emily Blunt.
Una buena secuela, que lejos de ser tan buena como su
predecesora, no deja de sorprender, siendo igual de violenta y frenética, te
mantiene pegado a la pantalla durante las dos horas de metraje, y es una de
esas cintas que te dejará con un buen sabor de boca (dentro de lo que cabe,
porque no es que sea una película bonita; es dura, y lo demuestra cada vez que
puede). Me ha gustado, y la recomiendo.
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