sábado, 9 de febrero de 2019

La casa de Jack (The House That Jack Built)







Título original: The House That Jack Built
Año: 2018
Duración: 150 min.
Director: Lars von Trier
Guion: Lars von Trier
Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough, Sofie Gråbøl, Siobhan Fallon, Ed Speleers, Osy Ikhile, David Bailie, Yu Ji-tae, Marijana Jankovic, Robert G. Slade.
Premios:
2018: Festival de Cannes: Sección oficial (fuera de concurso).
2018: Festival de Sitges: Sección oficial (fuera de concurso).
 
 







Estados Unidos, década de 1970. Seguimos al brillante Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma.



Vamos a confesarnos. Entera, lo que se dice entera, sólo he visto una película de Lars (“El jefe de todo esto”), de cuando estaba con sus locuras del Dogma 95. Me costó horrores terminarla y me pareció un bodrio infumable (muerte al Dogma ese de los cojones). Luego, un día, pillé un trozo de “Anticristo” por televisión. Recuerdo que me llamó la atención y pensé que ya otro día me la pondría en condiciones. Ese día no llegó (aún, pero llegará). También estuve a punto de ver “Dogville” y “Melancolía”, pero casualidades del destino hicieron que tampoco las viese al final. Así que realmente, esta ha sido mi primera película de Von Trier.
Realmente, esta cinta me interesó desde sus primeros pases en Cannes (abucheos incluidos) y luego en Sitges (que gustó más), además, las historias de asesinos en serie siempre me han cautivado. Y aprovechando que esta peli si llegaba a uno de los cines de por donde yo vivo, pues allá que fui. 


Joder, Uma, es que pones a huevo que te maten...

Escribir sobre esta película no es fácil. La cinta nos presenta a Jack y sus asesinatos. Está dividida en partes donde vamos conociendo algunos de sus crímenes, narrados por él, que se los está contando a alguien a quien no conocemos ni vemos. Se excusa de porque lo hizo, (que si por el arte, que era gente estúpida… Jack es un narcisista de manual, además de misógino), le cuenta los problemas que fue teniendo y resolviendo, e incluso intenta que el espectador esté también de su lado.
El director nunca se ha cortado un pelo. Siempre ha sido polémico y aquí también viene a provocar. Los asesinatos que estamos a punto de ver son todos crueles, sádicos y muy gráficos (gore explicito, vaya. Y muy real, nada de una peli gore cachonda). Y todo salpicado de un brutísimo humor negro. También hay que decir que en ocasiones logra que el espectador le comprenda (bueno, al menos yo). Yo también le hubiese acabado rompiendo la cabeza al personaje de Uma Thurman (que pesada), también la señora que le abre alegremente la puerta de su casa y le deja entrar, viéndose claramente que es un tío raro que hace cosas muy raras, se merece acabar muerta, o la ‘novia’ que tiene que no se da cuenta de nada y a la que encima él trata fatal.


Lars es egocéntrico y la película lo refleja. Habla de la provocación del arte (y saca imágenes de sus anteriores películas para ilustrarlo, ahí, con modestia), de la arquitectura, habla de diversas teorías (la de la sombra de las farolas es una auténtica maravilla), de autores y sus obras, del mundo de la aviación… Todo esto, mientras va explicando cómo mata, porque lo hace, y como su sueño de ser arquitecto, al que nunca había conseguido alcanzar, lo logra cuando descubre que debe unir sus ‘crímenes’ con una casa. Y es que el material perfecto que siempre había buscado eran los cuerpos humanos. La imagen de estos, medio congelados y formando una casita, es aterradora.
Pero su tiempo se acaba y su descenso al Infierno de Dante está ya llegando a su fin. Porque es aquí donde descubriremos quien es la persona a la que le cuenta todo Jack. Se llama Virgilio y lo guía en barca hasta la zona del Infierno que le pertenece. 


Los mejores episodios los viviremos en la cámara refrigeradora, con Jack y sus cadáveres. Viendo como intenta hacer que el niño que ha matado sonría, con un trabajo chapucero de taxidermia o poniendo en marcha una de sus teorías sobre si se puede disparar una bala ‘full metal jacket’ contra un grupo de personas atadas y con las cabezas juntas (para matarlos a todos con una sola bala) para ahorrar munición (teoría que él dice que fue idea de los nazis para ahorra recursos).
Desde luego, la cinta tiene muchas imágenes poderosas. Y el contraste de la cámara llena de pizzas congeladas y cómo vas viendo que poco a poco los cadáveres se aglomeran en poses grotescas junta a ellas es hipnótico. 


Aprendiendo gestos. Muy importante para sociópatas
y psicópatas.
Pero claro, todo esto contado de forma muy lenta (son dos horas y media de peli), regodeándose muchas veces en la pedantería. No es una película fácil de ver y, desde luego, no gustará a la mayoría. Yo misma en muchos momentos he deseado que se calle ya y matase más. Con menos horas de metraje yo creo que ganaría, pero Lars no es de esos.
Y no puedo terminar esta reseña sin alabar el excelente trabajo de Matt Dillon como psicópata. Te lo crees, desde luego. Frio y aterrador, esos gestos, esas medias sonrisitas... lo hace de lujo. Como estudio de la mente de un asesino la cinta es genial (muy reveladora la escena en la que está delante de un espejo, rodeado de recortes de fotos que él mismo ha puesto, con diferentes expresiones faciales, intentando aprenderlos para interactuar mejor con la gente). Y estupendo también Bruno Ganz como contrapartida.


Míralo que cachondo, hablando en cartelitos como en la
moñada de "Love Actually".
¿Y al final qué? ¿Me ha gustado? ¿Os la recomiendo? Pues no es para la gran mayoría de gente. Muchos no podrán verla por su violencia explícita, otros por su humor negro, otros por su pedantería y otros por todo esto junto. Aguantar el cine de Lars no está en mano de todos y es comprensible. En la sala de cine donde estaba, dos personas se marcharon.
Yo no os voy a engañar, sí que la disfruté. En especial en sus momentos más sádicos. Pero se hace pesada y larga, casi extenuante en ocasiones. No es cine de evasión para pasar el rato, hay que hacer esfuerzo para verlo.
Y yo creo que no me he terminado de enterar de si ha querido hacer una reflexión sobre la maldad, sobre expiar pecados o era provocar por provocar. Y no creo que Lars tampoco. Pero tiene momentos únicos. Y ese final con la cancioncita Hit the Road Jack’ de Ray Charles es oro, el broche final a su enfermo humor negro.








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