Titulo Original:
Resident Evil: Afterlife
Año: 2010
Duración: 97
min.
País: Canadá
Director: Paul
W.S. Anderson
Guión: Paul W.S. Anderson
Música: Tomandandy
Reparto: Milla
Jovovich, Ali Larter, Wentworth Miller, Spencer Locke, Boris Kodjoe, Kim
Coates, Shawn Roberts, Sienna Guillory, Kacey Barnfield, Norman Yeung, Sergio
Peris-Mencheta
En 2010, tres años después de la última entrega de la saga
cinematográfica Resident
Evil, Paul
W.S. Anderson volvió a ponerse detrás de las cámaras para enmierdar todavía más
el cadáver de una franquicia finiquitada, con un largometraje que olía a
zurríos surgidos de un ano putrefacto, nauseabundo como el pedo de un zombie. El
mamonazo de Anderson, no contento con volver a las andadas, llegó para
deleitarnos con la moda del 3D que ya se encontraba en plena efervescencia
desde hacía unos pocos años. En esta ocasión, nuestra amiga Alice (Milla
Jovovich) protagoniza uno de los prólogos más espectaculares del cine de acción
de los últimos tiempos, con una batalla entre centenares de sus clones y las
tropas de la maligna megacorporación Umbrella. Todo un alarde visual que
culmina con la destrucción de Tokyo, el cuartel general de Umbrella, la
aniquilación de todas las copias de Alice y la pérdida de los poderes de ésta:
unos 15 minutos irrepetibles para la historia del cine. Al revisionar la peli
estos días, te das cuenta de cómo, en el tiempo que dura un pedo al viento, la
trama de los clones y los poderes que el Virus T proporcionaba a Alice se va a
tomar por culo y con esto, ya estamos listos para llevar la saga a otros
despropósitos ideados por el señor Anderson.
Ultratumba, el penúltimo capítulo hasta el
momento de Resident
Evil, transcurre
por los cauces de un guión bastante aburrido, que toma elementos de las
películas y series que le molan a su director. Tras el homenaje a Matrix con
interminables tiroteos a cámara lenta y acrobacias por medio de cables,
Anderson se dedica a homenajear la serie de Prison Break (si
además metemos en este pastiche a Wentworth Miller repitiendo su papel ya
tenemos la chusta preparada) y lleva a Alice a una cárcel de Los Ángeles
habitada por un grupo de supervivientes humanos, permanentemente sitiados por
la amenaza de los infectados que pululan por doquier. Pero antes de esto, Alice
se dedica a viajar por el mundo en avión buscando supervivientes y la mítica
tierra de Arcadia (único lugar del globo libre de la infección del Virus T), de
tal modo que en Alaska se encuentra por casualidad a Claire Redfield (Ali
Larter), totalmente arrebolá y
tan asalvajada como un chimpancé aquejado de fisura anal. Total, que la pareja
continua el viaje en avión y se topan —una vez más, por casualidad— con las
gentes de la cárcel angelina. En este lugar en el que los supervivientes son
todos una panda de maromos y tronistas ciclados, tenemos una buena colección de
clichés en el ámbito de los personajes secundarios (el graciosillo, el traidor,
el tipo de relleno que está ahí para que lo descuarticen el primero, etc.) y
tachán tachán, la aparición estelar de la mandíbula simiesca de Sergio
Peris-Mencheta, más conocido por su papel en Al salir del vater.
La feliz convivencia del grupo y sus alegres vecinos
putrefactos se verá alterada por Alice, que, como viene mataos y
les insta a buscar Arcadia (esa porción de territorio libre de la infección y
bla ble bli). Nuestra heroína, a pesar de carecer de sus poderes, sigue con sus
historias y todavía es capaz de pegar patadas a 4 metros de altura y lanzarse
desde una altura de 20 pisos sin hacerse un rasguño en las uñas: porque ella lo
vale. A estas alturas de la saga, ¿a quién le importa la coherencia del guión? ¡A
la mierda todo! Milla Jovovich ES Resident Evil y
objeto de adoración para todos los que amamos las mierdas que protagoniza: así
sí, así podemos jugar en igualdad de condiciones. A
partir de Ultratumba ya
no somos espectadores o críticos de cine, SOMOS el jodido Paul W.S. Anderson
(incluyendo su turbia mente de voyeur obsesionado
con su parienta) y apagamos esa neurona que está siempre ahí para jodernos la
experiencia de disfrutar de Milla y este sinsentido. A tomar por culo el lado
izquierdo y racional del cerebro... Ahora navegamos por sónar, volamos con
ecolocalización y entramos en el mundo de lo surreal. Si algo no funciona o
puede interferir en su camino de diosa de la serie B, directamente lo metemos
en el saco de la mierda y lo hacemos desaparecer. Todos los que nos zambullimos
en el oscuro pozo de cartón de la serie B amamos a Milla.
siendo habitual, tiene
que hacerse cargo del grupo de
Prosigamos. El grupo de Alice escapa de la cárcel —tomada
por los zombies, que ahora pueden excavar y nadar, además de parecerse a losReaper de Blade
2 (película
que también le debe de molar al señor Anderson)— y entonces en su viaje de
búsqueda de la mítica Arcadia se encuentran con que toda esa chusta de la
tierra libre del Virus T era un zurullo enorme, tan superlativo, maloliente y
deconstruido como los ñordos de Chewbacca después de meterse en el cuerpo un Kebab
fosilizado en 1980. Al final todo está orquestado por Albert Wesker, desde
ahora el mejor malo de la historia del cine (y el más bello), un macarra de polígamo industrial,
un mascachapas, un hortera ciclao y
pastillero que intenta imitar a su ídolo (DJ Punchapuncha) vestido de cuero y
con choflas para
la resaca tras un chute de Virus T... un tipo que es el mayor pez gordo de la
cúpula de Umbrella. Y como genio del mal, su plan de dominación mundial
consiste en atraer a los humanos supervivientes a su gigantesco barco para
salvarlos y de paso usarlos como conejillo de Indias. Una mierda pinchada en un
palo. Además, el Virus T también le ha jugado una mala pasada y de vez en
cuando tiene que “aguantarse” los regüeldos, los eructos, para que
no se le salga el “bichito” por la boca. En esta peli, supuestamente de
zombies, todos los bichos son la misma mierda: los muertos vivientes atacan con
una boca que es como la de los reapers de Blade
2, los
perros zombies también y el jefe final (Wesker) también tiene una boca parecida
pero que le sale de la boca como si fuera un gusano. Originalidad al canto y
una falta de respeto a la variedad de monstruosidades de los juegos originales.
En cuanto a los monstruos, pues poco hay que contar. Los
zombies pintan cada vez menos, ya casi no matan a nadie y solo destacan por ser
carne de cañón... Sin embargo, destaca un muerto viviente gigante que es como
el Avecrem
(no se sabe de dónde pollas ha salido) y arrastra un hacha del tamaño
farola. En fin, el típico maromo de 4 metros que Anderson nos cuela en cada
entrega de la saga como Final Boss para
el tándem Alice-Claire (ambas bien remojaditas porque la pelea contra el
mostrenco se desarrolla en las duchas de la prisión). El pobre hijoputa termina
sus días cuando Alice le revienta la cabeza con su escopeta recortada cargada
de monedas (señor Anderson, lo de las monedas ¿es algún tipo de simbolismo? ¿Puede
ser el dinero que la gente se deja en el cine para ver chustas demenciales en
la pantalla grande?)
En el elenco de monstruosidades también tenemos a Burger,
aquella personajilla que salía en Extinción (a la postre, Resident
Evil 3) vestida
de blanco, como si fuera a hacer la primera comunión. Desde ahora es mi
personaje favorito de la saga, por sus fantásticas líneas de diálogo y su
“decisiva importancia” en los acontecimientos del clímax de Ultratumba. La
película acaba con un acelerón brutal y nos deleita con una nueva batallita de
relleno para justificar el visionado de la siguiente defecación producida por
el marido de Milla Jovovich, aunque todavía tendríamos que esperar al año 2012
para degustar la nueva bazofia de Anderson. Si no disfrutais con las tonterías
que inventa este infame director para sacar en pantalla a su buenérrima parienta
pegando tiros y arrimando ostias, tanto Ultratumba como Venganza son
dos películas que os harán desear arrancaros los ojos para no sufrir con el
visionado de tamaña montaña de excrementos. El guión, las interpretaciones, la
música, todo es una completa cagada... Si no amáis a Milla, huid, huid lejos de
este cúmulo de deposiciones, de esta muestra de cine de encefalograma plano.
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