lunes, 29 de diciembre de 2014

Crash






Titulo Original: Crash
Año: 1996
Duración: 100 min.
País: Canadá
Director: David Cronenberg
Guión: David Cronenberg (Novela: J.G. Ballard)
Música: Howard Shore
Reparto: James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Deborah Kara Unger, Rosanna Arquette, Peter MacNeill, Yolande Julian, Cheryl Swarts, Judah Katz, Nicky Guadagni
Premios:1996: Festival de Cannes: Premio especial del jurado
1996: Genie Awards: 6 premios. 8 nominaciones, incluyendo Mejor película







Una noche, James Ballard estrella su coche contra el de Helen y ambos son ingresados en un hospital. Lo sorprendente es que inmediatamente después del choque los dos experimentaron una extraña atracción mutua. A partir de entonces, la vida de James se precipitará hacia un mundo oscuro y prohibido, dominado por el peligro, el sexo y la muerte.


En 1996, el cineasta canadiense David Cronenberg llevó a la gran pantalla Crash, la novela homónima del escritor inglés James Graham Ballard. Las expectativas formadas alrededor de este proyecto cinematográfico eran altísimas, ya que tanto la calidad del trabajo de Cronenberg (creador del concepto de la nueva carne) como los fantásticos arcos narrativos explorados por Ballard tenían enormes posibilidades. Especializados ambos autores en la ciencia ficción (y también el terror, en el caso de Cronenberg) y poseedores de gran talento para recrear mundos extraños basados en el nuestro, el resultado final es digno de alabanza por su crudeza y las sensaciones encontradas (no aptas para todo tipo de paladares) que se desprenden de Crash. El mundo desarrollado por Ballard tiene unas características muy específicas de las que haré aquí una somera introducción: sus personajes, adustos, flemáticos y espectrales luchan por sobrevivir en un mundo deshumanizado, habitualmente castigado por un brusco cambio climático o bien sentenciado por determinadas catástrofes, la superpoblación o la propia decadencia del ser humano. Por lo general, el accidente, la catástrofe o el apocalipsis generado que pueblan sus novelas y cuentos son el medio para tratar de despertar las conciencias narcotizadas de unos seres humanos dominados por la apatía o determinadas obsesiones.

A veces, como sucede en Crash, Ballard juega con el lenguaje más trasgresor (el de su época), de tintes pornográficos que tratan de llamar la atención del lector. Una vez que tenemos claro algunas de las ideas con las que juega el británico y sus obsesiones, es necesario que veamos el aporte del director canadiense. Pues bien, Cronenberg añade a esto el concepto (surgido a finales de los años 70 y desarrollado en los 80) de la nueva carne. Entre sus planteamientos, Cronenberg postula la fusión del hombre con la máquina, una cópula dolorosa capaz de elevar el estadio evolutivo humano a un nuevo y grotesco nivel: algunos de los títulos más memorables de Cronenberg son Videodrome, el remake de La mosca, Scanners, The brood y por supuesto, Crash.Ese concepto de fusión hombre-máquina entronca a la perfección con la oscuridad de la trama deCrash, donde nos encontramos con varias parejas que encuentran placer y excitación sexual en los accidentes de tráfico que provocan.

Los personajes del filme son eso, gente insatisfecha y apocada que viven en un mundo futurista (con similaridades respecto al nuestro) gris e insulso, donde el vacío de la existencia deja pocos resquicios para sus inquietudes vitales e intelectuales. El accidente de tráfico (a la postre, una de las catástrofes ballardianas) funciona aquí como motor de la historia, el hálito que infunde a los personajes el coraje suficiente para despertar de la insulsa realidad y dar rienda suelta a su sexualidad reprimida. En el reparto tenemos a gente bastante olvidada como Elias Koteas, Deborah Kara Hunger, James Spader y Holly Hunter, todos ellos promesas del cine de los años 90. Todos cumplen con su papel, el de meros títeres de sus pasiones: el sexo y la muerte, ambos conceptos mezclados metafóricamente en la práctica de emular los accidentes automovilísticos de las grandes estrellas de Hollywood. Cronenberg retrata las vidas de unos personajes devorados por la apatía que no muestran ningún interés distinto al de revivir el dolor (unido al placer) de esos accidentes de tráfico, protagonizando algunos de ellos con el objeto de excitarse sexualmente a pesar del enorme riesgo que conlleva. La pareja principal de la película (Ballard -el personaje de Spader- y su esposa Catherine -Deborah Kara Hunger) van introduciendose cada vez más en el oscuro mundo de los que recrean esos accidentes y conociendo a nuevos personajes que desean explorar dichos caminos. El argumento, como véis, es bastante sencillo pero su desarrollo es muy prometedor, de tal modo que todo está enfocado hacia la reflexión de lo que nos depara el futuro si el ser humano no encuentra un modo equilibrado de desarrollar su existencia. Ballard, como deduciréis, no es un autor complaciente con la ciencia ficción: siempre pinta el peor escenario posible para el género humano y con el ejemplo de Crash pone de manifiesto el grado de preocupación que tenía acerca del desarrollo tecnológico.

La obsesión por el coche y el mundo en ciernes que Ballard vislumbró son pinceladas de la dependencia tan acusada que tenemos (cada vez más) de la tecnología. Sus escritos tienen, además, una fuerte influencia de los pintores surrealistas (con cosas, objetos, que tienen vida propia y se mueven a voluntad como si fueran organismos biológicos) pero su interés principal (y muy bien plasmado por David Cronenberg) es el de advertirnos del hipotético lado oscuro del mundo que surgirá de las ruinas del nuestro. Las actuaciones son aceptables, la trama es interesante (aunque no esperéis ver robots o aliens pululando por las carreteras que aparecen enCrash) y las escenas de seco están tratadas con la seriedad que exige la narración de Ballard. Es decir, que son totalmente explícitas y a veces tienen lugar en momentos muy determinados, de tal modo que en manos de otro director podrían haber resultado ridículas, pero que con el buen hacer de Cronenberg se convierten en otro elemento más de esta obra tardía de la nueva carne.

Si leéis la novela del británico, comprobaréis que cita muchos otros detalles escabrosos pero que de haber sido incluidos podían haber incurrido en un ritmo muy reiterativo y hacerla más pesado el visionado de la peli. Precisamente esa verborrea de Ballard tiene como objeto llamar la atención del lector y jugar a la transgresión, pues es sabido que la ciencia ficción, en los tiempos en que Ballard escribía sus primeras novelas, estaba demasiado encasillada en universos fríos y asépticos (Ej: 2001, Star Trek, etc). Otro de los méritos de Ballard es haber intuido de un modo sagaz los problemas que hoy día sufrimos o estamos empezando a sufrir (el cambio climático y sus consecuencias, la dependencia de la tecnología, la decadencia y la deshumanización de la sociedad, el problema de la superpoblación, etc). Recomiendo encarecidamente el visionado deCrash, porque explora caminos dentro de la ciencia ficción que no son habituales en el género.


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