Año: 2013
Duración: 106
minutos
País: Estasdos
Unidos
Director: Robert Luketic
Guión: Barry Levy
(Novela: Joseph Finder)
Música: Varios
Reparto: Liam Hemsworth, Amber Heard, Harrison Ford,
Gary Oldman, Embeth Davidtz, Josh Holloway, Richard Dreyfuss, Julian McMahon,
Lucas Till, Angela Serafyan
Adam Cassidy (Liam Hemsworth), un joven de 26 años, odia su trabajo en la compañía tecnológica Wyatt Corporation. Cuando manipula el sistema para ayudar a un amigo, es acusado de un delito federal. Su jefe Nicholas Wyatt (Gary Oldman), le propone un trato para evitar la cárcel: infiltrarse en la compañía de Jock Goddard (Harrison Ford), antiguo mentor de Wyatt, y actuar como espía industrial. Adam acepta y logra ascender rápidamente, descubriendo en sí cualidades que jamás imaginó poseer. Ahora su vida es perfecta; adora su trabajo, tiene un Porsche y sale con la chica de sus sueños. Y todo lo que tiene que hacer es traicionar a los que le rodean.
Hay millones de razones para ver una película: para pasar el
rato con los colegas, porque te la mandan para un trabajo, para hacer una
crítica que te han pedido urgentemente (ya sabes, si es tu trabajo), por puro
amor al cine (esta razón es la que casi siempre usamos, aunque no reconozcamos
que a veces vemos películas sin querer verlas), y la razón por la que yo vi
esta película: por sus actores. Y es que hay actores por los que tenemos una
cierta debilidad, e intentamos no perdernos nada de lo que haga. En mi caso, y
en esta ocasión, es por Gary Oldman, un hombre que admiro y adoro a mas no
poder, y cada vez que veo una película más, por muy tostón y peñazo que sea.
Aparte de esto, Harrison Ford también aparece, y ese pulso interpretativo entre
dos grandes del cine, pues como que siempre es muy llamativo. ¿Prueba superada?
Si y no. Y os diré por que.
Adam es un chaval con un gran intelecto, y le usa lo mejor
que puede para su trabajo, en la compañía Wyatt Corporation, pero se ve que a
su jefe eso no le gusta demasiado, y eso conlleva su despido. Pero lejos de olvidarse
de ello, consigue meterse en un lío con su antiguo jefe, que para evitarle la cárcel
le propone un trato a cambio de perdonarle todo: infiltrarse en la compañía de
su competencia más directa. Consigue hacerlo bien, y escala profesiones sin ningún
problema, pero la avaricia lo puede todo, y para llegar a eso tiene que hacer
cosas de las que no se siente demasiado orgulloso. ¿Será capaz de escapar de
esta nueva vida?
Estamos ante una película que, de por si, puede resultar
llamativa, pero nada mas lejos de la realidad.
Actualmente el cine esta pasando una etapa en la que, al año, salen miles de películas, diferentes creemos, pero no es así, ya que todo esta plagado de remakes, reboots y secuelas de películas que ya se han explotado demasiado en sus predecesoras, o porque simplemente no había razón para seguir contando la misma historia. Tampoco es que haya demasiada originalidad en aquellas películas que se salen de los cánones que antes mencionaba, y es que todos se basan en las mismas premisas. Estamos cansados de ver filmes de espionaje cortados todos por el mismo patrón, con las mismas situaciones, derivando a lo de siempre, y llega un momento en el que tenemos que pararnos a pensar si los directores creen que somos tontos por creernos lo que nos cuentan. Tampoco buscamos obras maestras (yo no al menos, sobre todo si se trata de cine de evasión), pero tampoco queremos copias unas de otras. Queremos algo que nos llame la atención, y nos haga querer ver la película y ser parte de la historia. En esta ocasión no es así. La historia es tan repetitiva y tan igual a otras que ya hemos visto que no consigue engancharnos de ninguna manera. Llega a ser aburrida en momentos. Y eso no ayuda demasiado.
Actualmente el cine esta pasando una etapa en la que, al año, salen miles de películas, diferentes creemos, pero no es así, ya que todo esta plagado de remakes, reboots y secuelas de películas que ya se han explotado demasiado en sus predecesoras, o porque simplemente no había razón para seguir contando la misma historia. Tampoco es que haya demasiada originalidad en aquellas películas que se salen de los cánones que antes mencionaba, y es que todos se basan en las mismas premisas. Estamos cansados de ver filmes de espionaje cortados todos por el mismo patrón, con las mismas situaciones, derivando a lo de siempre, y llega un momento en el que tenemos que pararnos a pensar si los directores creen que somos tontos por creernos lo que nos cuentan. Tampoco buscamos obras maestras (yo no al menos, sobre todo si se trata de cine de evasión), pero tampoco queremos copias unas de otras. Queremos algo que nos llame la atención, y nos haga querer ver la película y ser parte de la historia. En esta ocasión no es así. La historia es tan repetitiva y tan igual a otras que ya hemos visto que no consigue engancharnos de ninguna manera. Llega a ser aburrida en momentos. Y eso no ayuda demasiado.
Durante todo el metraje nos intentan explicar lo malos que pueden
llegar a ser los empresarios, como se pueden matar entre ellos por una miseria
(de teléfono) y lo que son capaces de usar para ello. No tienen escrúpulos en
usar a las personas que los rodean para así conseguir lo que desean. ¿Y? Todos
sabemos como funciona el mundo, y como funcionan los negocios, no hace falta
que ellos vengan a decírnoslo. En vez de centrarse en lo que importa: el titulo
de la película (en inglés). Paranoia. Muy poca paranoia veo yo, y es el punto
fuerte de la película, esos diez minutos en los que el protagonista se
convierte en un verdadero espía, con todo lo que eso conlleva, y esa ‘paranoia’
que le envuelve al creer que todo el mundo esta en su contra. Después volvemos
a lo mismo de siempre: la disputa de los mandamases, hasta que uno de ellos cae
y el otro gana (como siempre vamos). Para luego terminar cual final de Disney,
todo queda bien, todos van donde tienen que ir, y todo es feliz. Mentira, y lo
sabemos. Hoy en dia las cosas no acaban bien para los que lo sufren. Para los que
lo hacen si. Eso si que es pura paranoia.
Antes comentaba que si conseguía algo de lo que a priori
promete, y es el pulso interpretativo entre dos grandes del panorama cinematográfico:
Gary Oldman y Harrison Ford. Dos bestias pardas que en esos escasos minutos en
los que ambos están en pantalla, ya sea tranquilos o en plena disputa por ver
si en este caso el aprendiz gana al maestro, consiguen levantar una película
que sin ellos hubiese sido aun peor. Y es que son grandes, poco más se puede
decir. Liam Hemsworth intenta hacerse un hueco fuera del cine juvenil (‘Los
Juegos del Hambre’) y fuera del cine de ‘vejestorios’ (‘Los Mercenarios 2’, que
tampoco es que hiciese mucho), pero aquí no convence. Por mucho que se parezca
a su hermano físicamente, la presencia en pantalla que Chris Hemsworth tiene,
Liam no. No llega a estar a la altura de los secundarios, y se queda un escalón
por debajo. Necesita mejorar, y quizás este haya sido su trampolín para hacerlo
mejor. Luego esta Amber Heard, que bien podría no estar, porque su personaje es
el de mujer florero, guapa, sufrida y que aporta poco a la historia (aparte de
que la historia de amor no me la tragaba, para nada).
Película en general que resulta fallida, que ni siquiera
funciona como cine de evasión y entretenimiento. No engancha, aburre, y no
aporta nada al género. Eso si, ver a Gary Oldman y a Harrison Ford, hagan lo
que hagan, siempre es un placer.
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