Año: 2013
Duración: 132
minutos
País: Estados
Unidos
Director: Lee Daniels
Guión: Lee Daniels, Danny Strong
Música: Rodrigo
Leao
Reparto: Forest
Whitaker, Oprah Winfrey, David Oyelowo, Cuba Gooding Jr., John Cusack, Terrence
Howard, Lenny Kravitz, James Mardsen, Vanessa Redgrave, Alan Rickman, Live
Schreiber, Robin Williams, Jane Fonda, Clarence Williams III, David Banner,
Michael Rainey Jr., Alex Pettyfer, Mariah Carey, Nelsan Ellis
Premios: 2013:
Satellite Awards: 3 nominaciones, incluyendo mejor actor (Whitaker)
Esta historia nos traslada a la pantalla la vida de Cecil Gaines (Forest Whitaker), el mayordomo que trabajó más de treinta años en la Casa Blanca y sirvió a un total de ocho presidentes, desde Harry Truman en 1952 hasta Ronal Reagan en 1986, año en que se jubiló. Allen empezó de joven trabajando como camarero en diferentes centros para turistas y clubes, pero con 33 años empezó a trabajar como friegaplatos en la Casa Blanca. Su color de piel no supuso un impedimento para que el original de Scottsville (Nueva York) fuese ascendido con los años a maître, el puesto más considerado entre los mayordomos, y se ganase el reconocimiento de todos sus señores. Sin embargo, sí que vivió indirectamente la segregación racial que se respiraba en su país.
En este año 2013 que nos ha dejado, y como ya pasase en el
2012 con las diferentes versiones que tuvimos del cuento de ‘Blancanieves’,
hemos tenido tres visiones diferentes de cómo seria la esclavitud y el racismo,
cada una vista desde el punto de vista de su director. Primero llego Tarantino
con su cine particular, con una película sobre la esclavitud muy en su línea,
muy buena, también en su línea habitual de calidad de cine. También hemos
tenido la crudeza visual y humana de ’12 años de esclavitud’ (aun tengo que
verla, pero me fío de la critica de mi compañera). Y por ultimo tenemos esta,
‘El Mayordomo’, que si bien es verdad intenta tratar el tema de la esclavitud,
y el racismo, en mayor medida, no consigue ir más allá, ni tampoco ser demasiado
interesante. Aunque hay cosas rescatables de la cinta.
La historia gira en torno a Cecil Gaines, un hombre de color
que, después de trabajar en diferentes hoteles y sitios turísticos, es llamado
por la Casa Blanca para trabajar como presidente. 30 años estuvo allí, ganándose
el respeto y la confianza tanto de sus compañeros como de los ocho presidentes
a los que sirvió. Además fue testigo de las decisiones que se tomaban en relación
a su situación como persona de color, y las tensiones dentro de su propia
familia.
Lee Daniels ha intentando hacer una gran película, y desde
luego tenia la historia perfecta para ello. A mi eso de ‘basado en hechos
reales’ cuando se trata de películas de terror, no me inspira nada de simpatía,
pero cuando se trata de historias como esta, que nos afectan directa o
indirectamente, pues ya es diferente, porque miras la película con otros ojos.
El problema con esta cinta es que, a pesar de las buenas intenciones de todos,
no consigue elevarse a la categoría de esas otras películas que se han
estrenado en el mismo año y que, de alguna manera, tratan sobre lo mismo. Es
una película agradable de ver, si, pero larga, demasiado larga. Se centra en
aspectos que no son relevantes durante demasiado tiempo, y lo que de verdad
importa, que es la relación con los presidentes, y como de alguna manera ese
acercamiento con ellos hace que la segregación racial y el racismo sea menor, solamente
lo trata de puntillas, pasando casi desapercibido. Y es un gran error, porque
ese si que seria un punto fuerte en la película.
Aunque hay una parte de la película que si me gusto mucho,
quizás no la llevo de la mejor manera posible, pero ahí estaba, y se hacia
notar. Era la relación entre los miembros de la familia. Cecil nació en la
pobreza, trabajaba junto a sus padres en un campo de algodón, y vio como
mataban a su padre a sangre fría. Eso tiene que marcar, y mucho. Aprendió que
no hay que enfadar al jefe (blanco, para más INRI), y servirle, no hablar,
solamente responder a lo que pide, y hacerlo de la mejor manera posible. Y es así
como realmente se comporta, como un sirviente más. Pero su hijo no piensa de la
misma manera, él lucha por la igualdad, llevándose palizas y siendo detenido en
multitud de ocasiones, por el simple hecho de buscar su libertad. Ahí el
personaje tiene una lucha interior sobre lo que tiene que hacer y lo que realmente quiere. Porque aunque el
defiende su trabajo, muy en su interior, sabe que lo que su hijo hace es lo
correcto. Todos somos personas, todos tenemos los mismos derechos, y el color
de nuestra piel no tiene que importar. Lamentablemente, a día de hoy, todavía
hay algún ‘animal’ que no piensa así.
Aunque es cierto que cuenta con un gran reparto, que se
esmeran muchísimo en hacer su trabajo bien, y que desde luego no están mal,
aunque no perfectos, por ejemplo Whitaker o Winfrey en sus respectivos papeles;
o incluso los actores que interpretan al presidente en cuestión, todo eso se
empaña al no haber sabido llevar la película de la mejor manera posible. Tiene
momentos en los que te hace sufrir, muy levemente, eso si, y te hace sentir el
sufrimiento de los personajes, pero no empatizas del todo con ellos, no tienen
la profundidad y la fuerza que podrían haber tenido. No arriesga, que es lo que
esta película necesita. Se queda en la superficie, raspando nada más, pero no
profundizando. Quizás lo que aquí haya fallado es el guión, que no tiene la
suficiente contundencia. O es que, simplemente, esperábamos más.
Una película que esta repleta de errores, ya sea de guión, de
escenas, de interpretaciones. En su conjunto, no pasa el aprobado. Quizás es
que tenga otras películas con las que compararla, muy recientes, que son mejor
que ella, que arriesgan más. Y el dicho es cierto: ‘quien no arriesga, no
gana’. En esta ocasión, la derrota ha sido contundente.
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