Título original:
Gothic
Año: 1986
Duración: 87 min.
País: Reino Unido
Director: Ken
Russell
Guión: Stephen Volk
Música: Thomas Dolby
Reparto: Gabriel Byrne, Julian Sands, Natasha
Richardson, Myriam Cyr, Alec Mango, Timothy Spall, Andreas Wisniewski, Dexter
Fletcher, Pascal King, Tom Hickey, Lynda Coggin
En la suiza Villa
Diodati de Lord Byron en una noche de 1816 Mary Selley (entonces era aún Mary
Wollstonecraft Godwin) y John Polidori se inspiraron para escribir sus obras
cumbres Frankenstein y The Vampyre,
auténticos clásicos del terror gótico. Aquel día no estaban solos, les
acompañaban Percy Shelley, Byron y la hermanastra de Mary, Claire. Todos ellos
contaron, bajo los efectos del alcohol y el láudano y de una impresionante
tormenta, escalofriantes historias que estremecieron a sus amigos y animaron a
Shelley y Polidori para que crearan sus grandes novelas.
El director Ken Russell, artífice de otros filmes fantásticos
como La
guarida del gusano blanco (adaptación del
relato homónimo de Bram Stoker), nos trajo en 1986 la recreación de la
terrorífica velada que reunió en 1816 a Lord Byron, Mary Shelley, su marido, el
poeta Percy Shelley, el doctor John Polidori y la hermanastra de Mary, Claire
en la mansión suiza de Villa Diodati, a orillas del lago Geneva. Dicha reunión
empieza de manera inocente, con un concurso en el que los integrantes del grupo
se proponen crear el mejor cuento de terror y sorprender al resto. Sin embargo
en el proceso de creación literaria y conforme avanza la noche, las mentes de
los personajes empiezan a escorar hacia la locura, los miedos internos, las
visiones oníricas y en definitiva, todo aquello que perturba o les ha
traumatizado. Y finalmente, de estos horrores sufridos bajo el acechante manto
de una noche tormentosa y el influjo del láudano, surgieron relatos tan
fantásticos como Frankenstein o el moderno Prometeo,
de Mary Shelley y El vampiro, de
Polidori.
El argumento de esta película es sencillo y no tiene grandes
giros de guión, pero la forma en que se desarrolla, las relaciones entre los
personajes y sobre todo, la atmósfera que envuelve todo el largometraje son los
verdaderos pilares de Gothic. El
tenebrismo, el halo de pesadilla que impregna toda la historia, las imágenes de
ultratumba surgidas de la mente de los personajes (que ellos convierten en
reales) se plasman en la idea de que “algo” que ellos han liberado con su
mente, recorre la mansión de Lord Byron y les acecha en cada recodo del
siniestro lugar. Ese “algo” no tiene forma, ni colmillos, ni garras, pero poco
a poco va destruyendo la cordura de los invitados de Lord Byron, un verdadero
descenso ad inferos que
merece la pena visionar porque no tiene desperdicio.
La caracterización de los personajes está bastante lograda y
somos conscientes de sus obsesiones más profundas: por un lado, tenemos a Mary
Shelley, un ser melancólico y lastrado por el dolor de haber perdido a un hijo,
quien le atormentará desde la tumba y será fundamental en la concepción de Frankenstein.
Su marido, Percy, es un adicto al láudano que alterna momentos de arrebato y
debilidad. Claire, la hermanastra de Mary, representa la inocencia en el grupo
y sucumbe con rapidez ante la cadena de acontecimientos de la película. Por su
parte, John Polidori es representado como un ser bestial, acomplejado y
acuciado por la culpa de sus apetitos, que por cierto, protagoniza una escenita
con sanguijuelas que haría vomitar a Jabba el Hutt. En cuanto a Lord Byron, es
representado como un ser manipulador y cruel que utiliza a los demás en su
propio provecho, auténtica efigie de Lord Ruthven, el ser vampírico nacido de
la pluma de Polidori.
Como ya hemos mencionado, el mundo de lo onírico y lo
pesadillesco empapa literalmente la atmósfera de Gothic, pero
también hay que aludir a las frecuentes referencias sexuales que son bastante
frecuentes en los trabajos de Ken Russell. Escenas como la del autómata que
representa a una bailarina turca y que mueve el bullarengue con soltura y
gracejo son dignas del recuerdo, por no mencionar la escena del caballero
enfundado en armadura que tiene un pene de acero y se propone jugar al “bongo
bongo” con una de las protagonistas. Al señor Russell le apasiona mostrar
escenas donde sexo y dolor se confunden, porque en La
guarida del gusano blanco también había
bastantes conexiones entre este juego de contrarios (la escena de las monjas
violadas por los soldados romanos y empaladas en los árboles, la metáfora del
mordisco de la vampira y el deseo sexual). Al director le interesa mostrar una
serie de imágenes donde la sexualidad retorcida, el morbo y la puesta en escena
onírica se entremezclan al azar, y esto hace que sus películas no sean del
agrado de todos los paladares.
Sin embargo, en mi opinión creo que Gothic es
bastante disfrutable y tiene una puesta en escena única. Incluso puede parecer
que Villa Diodati se ha enfadado con sus huéspedes, que han transgredido los
límites de la cordura y por lo tanto la propia mansión se erige como espíritu
vengador contra ellos. Les vemos corretear por los pasadizos de la casa y hacer
cosas totalmente random, como auténticos ratones de
laboratorio sometidos a fuerzas que no comprenden pero que han liberado con sus
juegos literarios. De esa oscuridad, de esa influencia de la nocturnidad, la
melancolía, de aquello que subyace en el subconsciente, esa noche de 1816
surgió algo que acabaría con aquellos que lo liberaron. Y de hecho, los
monstruos y horrores que se gestaron en esa noche sobrevivieron a sus creadores
humanos. Una gran película de terror que os recomiendo, bastante alejada de los
esquemas habituales del género y el estilo ochentero: si la echáis un ojo,
recordad, el láudano mezclado con Chocapic es más sano.
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