Año: 2013
Duración: 100
minutos
País: Estados
Unidos
Director: Todd Phillips
Guión: Todd Phillips, Craig Mazin
Música: Christophe Beck
Reparto: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis,
Ken Jeong, Justin Bartha, John Goodman, Heather Graham, Melissa McCarthy,
Jeffrey Tambor, Gillian Vigman, Sasha Barrese, Jamie Chung
Tras el trauma de la muerte de su padre, Alan es llevado por sus amigos a un centro especializado, pero en el camino se topan con más de una sorpresa. Esta vez no hay boda. No hay fiesta de graduación. ¿Qué puede ir mal? Pues que cuando estos chicos salen a la carretera, la suerte está echada... Tercera entrega de la franquicia iniciada en 2009 con 'Resacón en Las Vegas'.
Corría el año 2009 cuando el Wolfpack hizo por primera vez
acto de presencia en nuestras carteleras. Y lo hizo con fuerza, sorprendiendo a
todos, incluida a mí, y haciéndonos pasar un rato muy bueno, porque era algo nuevo
(y bueno) que hacía tiempo que no veíamos (y que ya necesitábamos). Después llego
la segunda, que aunque repetía el mismo esquema que la primera, igual
funcionaba, aunque la originalidad ya se había esfumado después de la primera
parte; eso sí, las salvajadas eran más brutales que en la primera. Nos venían a
demostrar que el alcohol es muy malo, aunque ya lo sabíamos, pero enseñándonos unas
consecuencias muy bestias. Después de esto, salieron algunas películas de la
misma estética, pero que no funcionaba igual (‘La boda de mi mejor amiga’, por
ejemplo). El caso es que en esta nos esperábamos más de lo mismo, y aunque
tiene sus cosas, no es quizás lo que nos esperábamos.
Alan esta peor que nunca (que extraño) y después de la trágica
muerte de su padre, su familia decide llevarlo a una institución mental para
que se recupere. Sus amigos se ofrecen a llevarlo, ya que así también él accede
a acudir, pero como viene siendo normal en estas películas, por el camino todo
sale mal: se topan con viejos amigos, conocen a algunos nuevos, pero ante todo,
intentan que no les pase lo mismo de siempre, con todas sus consecuencias.
En esta película no vamos a encontrar lo que, quizás, esperábamos
ver. Esta vez no hay resacas bestiales, no
al menos como las que nos encontrábamos en las anteriores películas. Hay consecuencias, por supuesto, pero no por algo que hagan en el momento, sino por las cosas que han hecho en el pasado. Es un camino de maduración, de todos ellos, por supuesto, pero en especial de un miembro del grupo: Alan. Para arreglar el presente a veces hay que echar la vista atrás y mirar que se ha hecho bien y que se ha hecho mal (ellos más mal que bien) en el pasado, y así poder solucionar los problemas con los que te enfrentas ahora.
al menos como las que nos encontrábamos en las anteriores películas. Hay consecuencias, por supuesto, pero no por algo que hagan en el momento, sino por las cosas que han hecho en el pasado. Es un camino de maduración, de todos ellos, por supuesto, pero en especial de un miembro del grupo: Alan. Para arreglar el presente a veces hay que echar la vista atrás y mirar que se ha hecho bien y que se ha hecho mal (ellos más mal que bien) en el pasado, y así poder solucionar los problemas con los que te enfrentas ahora.
En esta ocasión, toda la historia gira en torno a Alan. En las
anteriores películas sabemos que era el punto más gracioso, aquel por el que, admitámoslo,
algunos vimos la segunda (y ‘Salidos de Cuentas’, no todo es por Robert Downey
Jr). Alan es el alma del grupo, ese amigo que siempre quieres tener porque
sabes que con él la vida no será aburrida (ni legal, a veces). En esta ocasión,
Alan es el centro de todo. Sigue siendo el más gracioso, continua con lo suyo,
pero nos damos cuenta que realmente es alguien que necesita ayuda,
urgentemente, y que está más solo que nunca, a pesar de contar con su gran
amigo Mr. Chow. Pero teniendo en cuenta que Chow está peor de la cabeza que él,
está solo. Se da cuenta de las cosas de la vida, y decide actuar, no sin antes
meterse en algunos líos, por supuesto.
Ken Jeong es otro que toma mucho protagonismo en la
historia, ayudando al grupo, siendo el cabronazo que ha sido siempre, haciéndonos
de reír como nunca, y demostrando que no te puedes fiar de nadie (ni siquiera
uno que se hace llamar amigo). Además es peligroso, al igual que el personaje
de John Goodman. Sabemos que es un grande, así que poco mas hay que decir de
él. En esta ocasión, los personajes de Alan y Stu están en un segundo plano con
respecto a Alan y su camino hacia la madurez. Son los guías, los que ayudan a
Alan en todo momento y le hacen ver como es el mundo. Los demás personajes
pasan por la historia para poner su granito de arena, y Justin Bartha sigue
siendo el mismo ‘pringao’ de siempre.
Quizás es lo que le falle a esta película, sobre todo por
las expectativas. Esperábamos otra comedia loca, otra juerga con un final
desastroso y la posterior búsqueda de la solución a todos los problemas
causados por el alcohol, pero no lo hay. Es más serie que las anteriores. Tiene
escenas bestias (como la de la jirafa), pero ante todo es una historia de una
persona que desea sentar cabeza.
Y ese es el final que nos muestra: no es un final cerrado,
es abierto, pero con un cierre presente que no hará que el Wolfpack vuelva de
nuevo.
Aun así, es un buen divertimento para una tarde de domingo,
y sobre todo para disfrutar de este grupo de tíos, contagiarnos de su química,
y pensar seriamente si la próxima vez que salgamos, beberemos como ellos o dejaremos
las copas para otro momento.
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